martes, 22 de agosto de 2017

Declaración de intenciones

Es posible que en el día de hoy hayas ganado una batalla.

Me has vencido. Me he derrumbado.

Y es posible que salgas vencedor de algunas batallas más... mañana mismo por ejemplo.

Pero esto solo es el principio de una Guerra que pienso ganarte.

Prepárate para tu final.

lunes, 22 de agosto de 2016

Cuando vuelve la ansiedad

Nunca pensé que echaría tanto de menos a mi psicóloga y al psiquiatra como en los últimos meses. Y no es porque me suceda nada importante a mi, sino porque cada vez me veo más y más desbordada con las cosas que ocurren a mi alrededor. 

Hace muchos años me di cuenta que pasaba algo realmente curioso en mi vida: cuando yo tenía un problema o pasaba por un bache (entonces se reducía todo a simples temas económicos de poca importancia) había alguien a mi lado a quien las cosas le iban bien, y de quien podía tirar para que me echara una mano. Por el contrario, cuando yo tenía una buena racha y podía sonreír por cosas buenas que me estuvieran pasando, esa misma persona solía tener un bache en la suya. Y ahí estaba yo para echar una mano si era necesario.

Y así fueron pasando los años... como en un sube y baja donde esa persona y yo nunca pudimos compartir la alegría de tener a la vez un trabajo (o al menos no uno bien remunerado), de tener golpes de suerte o de desgracia simultáneos donde llorar juntos, sino que se han ido solapando unas fases a otras... cuánto tú vas, yo vengo. Cuando yo lloro, tú ríes, y al revés. 

Hemos crecido y con ello ha aumentado la importancia de nuestras acciones en la vida. Solo coincidimos en tener problemas económicos los dos, pero, aunque serios, más o menos como medio país y afortunadamente podemos ampararnos en alguien siempre. 

Aunque en la parte emocional, cuando peor lo pasé yo hace dos años, curiosamente fue el mejor año de su vida. La peor noticia para mi dio paso en unos meses a la mejor de las noticias para él. La pérdida de una persona importante en mi vida casi se dio la mano con la llegada de la más importante de la suya. 

Y desde hace unos meses esta montaña rusa ha vuelto a darse la vuelta. Mi 2016 está siendo un año de ilusión y de esperanza, mientras que el suyo es casi una pesadilla. Y me siento mal, muy mal. No porque no pueda vivir mi alegría con toda la ilusión que debería tener, sino porque le volvería a dar la vuelta a esto 1000 veces. 

Mi madre dice que son tontadas mías... pero a veces siento que tenga una maldición que no me va a permitir ser feliz al 100% nunca. Me siento culpable de que me pasen cosas buenas, por si mi felicidad le transmitiera infelicidad. Y como no puedo controlar su forma de actuar, de ser, de pensar... casi preferiría que lo malo me ocurriera a mi para tener bajo control las herramientas para enfrentarme. Y entonces vuelve la ansiedad, las ganas de llorar y de patalear. Y me enfado con el mundo.

Porque yo solo quiero que por una vez en la vida, la felicidad nos acompañe a los dos a la vez. Por nosotros, por mi, por él, por los que nos rodean, por no tener a todo el mundo preocupados siempre por uno de los dos... 

Y como ya no tengo mis ratitos de terapia para desahogarme de todo esto... paso las noches en blanco intentando solucionar lo que está fuera de mi alcance. 

El sábado vi una estrella fugaz desde la ventana de mi piso. Como a toda estrella fugaz, no me dio tiempo a pedirle un deseo a tiempo... pero ojalá tenga en cuenta lo que pasó por mi cabeza nada más se marchó. Se lo agradecería tanto...

lunes, 20 de junio de 2016

Justo a tiempo

Casi siempre es tarde cuando comprendes
que era a ti a quien debías quererte.
Y, sin embargo, siempre que lo haces
ese amor llega justo a tiempo. 


Marwan - Todos mis futuros son contigo. 

miércoles, 25 de mayo de 2016

El Amor y la Locura


Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos de los hombres.

Cuando el ABURRIMIENTO había bostezado por 3ª vez,
la LOCURA, como siempre tan loca, les propuso:
— ¿Jugamos al escondite?

La INTRIGA levantó la ceja intrigada y...
La CURIOSIDAD, sin poder contenerse preguntó:
—¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?


— Es un juego — explicó la LOCURA —, un juego en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre, ocupara mi lugar para continuar el juego.

El ENTUSIASMO bailó secundado por la EUFORIA.

La ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATÍA, a la que nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar:
La VERDAD prefirió no esconderse. ¿Para que? si al final siempre la hallaban.

La SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (pero al final, lo que la molestaba era que la idea no fuese de ella) y...

La COBARDÍA prefirió no arriesgarse...

— Uno, dos, tres... — Comenzó a contar la LOCURA.

La primera en esconderse fue la PEREZA, que como siempre se dejo caer tras la primera piedra que encontró en el camino.

La FÉ subió al cielo.

La ENVIDIA se escondió tras la sombras del TRIUNFO, que con su propio esfuerzo consiguió subir a la copa del árbol más alto.

La GENEROSIDAD casi no consiguió esconderse, cada sitio que hallaba le parecía apropiado para alguno de sus amigos:
...que si un lago cristalino, ideal para la BELLEZA;
...que si la sombra de un árbol, perfecta para la TIMIDEZ;
...que si el vuelo de una mariposa, lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD;
... que si una ráfaga de viento, magnífica para la LIBERTAD.
Así termino por ocultarse en un rayo de sol.

El EGOÍSMO, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo..., pero, eso sí, solo para él.

La MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (bueno es mentira), en realidad se escondió detrás del arco iris, y...

La PASIÓN y el DESEO en el centro de los volcanes.

El OLVIDO.... se me olvido donde se escondió..., pero eso no es importante.

Cuando la LOCURA contaba 999.999,
El AMOR no había encontrado un sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado; hasta que diviso un rosal enternecido y decidió esconderse entre sus flores.

— Un millón — contó la LOCURA y empezó a buscar.

La primera que encontró fue a la PEREZA solo a tres pasos de una piedra.

Después descubrió a la FE, la escuchó discutir con Dios en el cielo sobre teología.

A la PASIÓN y el DESEO los sintió en el vibrar de los volcanes.

En un descuido encontró a la ENVIDIA, y claro, pudo deducir enseguida donde estaba el TRIUNFO.

El EGOÍSMO no tuvo ni que buscarlo.
El solo salió disparado de su escondite que resultó ser un nido de avispas.

La LOCURA de tanto caminar tuvo sed y al acercarse al lago descubrió a la BELLEZA.

Con la DUDA resultó más fácil todavía, pues la encontró subida sobre una valla sin decidir aún sobre a que lado esconderse.

Así fue encontrando a todos:
El TALENTO entre la hierba fresca,
la ANGUSTIA en una oscura cueva,
la MENTIRA detrás del arco iris... y
hasta el OLVIDO....al que se le había olvidado que estaba jugando al escondite,...

Pero solo el AMOR no aparecía por ningún lado.

La LOCURA busco detrás de cada piedra, de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, y en la cima de las montañas y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal con sus rosas...., tomó un palo y empezó a mover sus ramas, cuando, de pronto, un doloroso grito se escuchó.

Las espinas habían herido los ojos del AMOR;

La LOCURA no sabía que hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces; desde aquella primera vez que se jugó al escondite en la tierra:

EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE LO ACOMPAÑA.

Mario Benedetti (como no podría ser de otra manera).

lunes, 14 de septiembre de 2015

Supersubmarineando

Dicen que uno sabe que está enamorado cuando entiende las canciones. Es posible, pero cuando descubres que entiendes las canciones de amor, de desamor, de amistad, de tristeza, de alegría, de subidón, de esperanza, de desesperanza... pues debe ser que han pasado por todos esos estados y en cada una te viene a la cabeza un momento en concreto. 


Lo raro es cuando todas las canciones te recuerdan a tu momento actual. Eso solo puede significar que en ese momento tu vida es un auténtico caos de sentimientos y experiencias. Y así debe ser la mía... una montaña rusa emocional que lo mismo me lleva a pasar en un mismo fin de semana de la satisfacción a la felicidad, pasando por el amor, la incomprensión, la tristeza, el enfado, el desasosiego, la tranquilidad, la madurez... y así infinitos cambios. 
Y para todo está la música de Supersubmarina, mi nuevo grupo superfavorito, que cualquier canción que escuche de ellos me traslada a un sentimiento reconocido y vivido por mi. 
Sentimientos que se han unido en este verano en que he pasado la peor ola de calor en el piso, que apenas he pisado la arena y sal de la que me rodeé el año anterior, y donde las ventanas tenían que estar cerradas herméticamente para que no me abrasara. El verano de las dudas infinitas, el de las noches en tu casa porque eres mi mejor samurai (y también por tu aire acondicionado que echaba de menos para dormir cuando no estés). 
Un verano donde la niebla ha dejado paso a las hogueras (que por cierto me negué a saltar en San Juan), donde la magia electroviral a veces se confunde con la furia, donde la hora de dormir dejó de ser la cientocero para volver a de doce a doce y cuarto.
Un verano que parece que va acabando poco a poco, y nos tenemos que poner ya en modo canción de Guerra. Aún fresco el recuerdo en tecnicolor, de los días de playa volando cometas con el viento de cara (y aguantando atardeceres hasta que sangren sol las nubes), un cumpleaños en el que el centro de atención fue un tan deseado brunch dominical (deseando volver a tener esos sabores en mis venas), un descanso merecido que me recupera de esta extrema debilidad que me acompaña antes de volver a mi inestable profesión.  
Aún no ha terminado, y ya tengo la mente puesta en lo que viene en los próximos meses, quizá para tener algo que sirva como luz en este verano de sentimientos encontrados donde he reconocido no haber avanzado tanto como habría querido, haberme convertido en mi enemigo yo, haber olvidado todos los consejos que Ana me enseñó.
Abro la agenda con el espíritu eléctrico que te da un lunes por la mañana, y comienzo a rellenar días. Reuniones, tareas por realizar aquí y LN Granada, que espero que finalicen el año con un gran logro conseguido. Algo que llevo teniendo en la cabeza desde que empezó el siglo "XXI" sin ser muy exagerada. 
Ay, que otoño-invierno espera. Yo cruzo los dedos para que más o menos para cuando llegue la época de la SantaCruz, las saetas y todo el baile de los muertos... esto esté encaminado. Tendremos una excusa más para viajar entonces y así sumar otro viajecito centroeuropeo. 
Estabilidad es lo único que quiero. Y mientras tanto, escucharé mil veces las canciones que me recuerdan que tengo (todos) los sentimientos a flor de piel, vivitos y coleando. 
Esperando el mañana...













lunes, 17 de agosto de 2015

Recaídas

Termino el domingo dándole demasiado al coco. Alguien este fin de semana me ha dicho "yo te veo una mujer fuerte, segura de ti misma, que puedes tener lo que quieras y a quien quieras a tu lado". Es alguien que conozco desde hace tiempo, pero que no me conoce demasiado, que solo me ha visto en algunas ocasiones aunque hayamos conectado mucho. Pude tener la oportunidad de contarle un poco mi situación actual y cómo estos últimos dos años han sido una montaña rusa emocional, cómo recuperar la capacidad de sentir se está convirtiendo en todo un desafío. Y me encontré con la sorpresa de que genero una imagen totalmente alejada de la realidad en la que vivo. 

Me encantaría verme a mi a través de sus ojos porque yo no encuentro el camino para poder verme así. Y lo peor es que si de cara al exterior aparento esa "fortaleza", más dura es aún la caída cuando llego a casa y me rompo. 

Reconozco que he recaído en mi recuperación. Los meses pasan, la estabilidad no llega y todos los frentes siguen abiertos, tanto a nivel laboral como personal. 

La búsqueda infructuosa de un empleo estable, la precariedad económica y el sentirme desaprovechada profesionalmente cuando sé de sobra que valgo para trabajar en gestión cultural, está generando un poso de desánimo en mí que me mina desde dentro. Busco más y más formación para poder acceder a un mercado laboral que lo que solicita es experiencia... y la mía parece ser que no vale. Remar y remar para no encontrar puerto alguno en la travesía.

A nivel personal se unen multitud de cosas. Tampoco soy capaz de encontrar una estabilidad emocional. Lo único que sé a ciencia cierta es que he conseguido recuperarme del dolor del desamor, pese a las noticias inesperadas y que no todos lo crean. Y hasta he vuelto a querer. Pero cuando el recuerdo, el miedo y la inseguridad te martillean permanentemente en la cabeza, los momentos buenos no consiguen abrirse camino con facilidad. He tenido muchos momentos buenos últimamente... pero no consigo que éstos se fijen, ni mucho menos que vislumbren que sea algo que permanezca en el futuro, ni siquiera soy capaz de inspirar amor en nadie (y ya decía Benedetti que "para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener la conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor"). A veces lo más fácil es quedarse con la parte buena de las cosas, con la comodidad, con aquello que es capaz de sacarte una sonrisa... y apartar las complicaciones, evitar el enfrentamiento de cara con los problemas y aplazar conversaciones y la toma de decisiones. Un conformismo que nunca ha ido conmigo y en el que cada vez me siento peligrosamente más cómoda.

Pero esa actitud irremediablemente me lleva al fracaso. Porque así nunca cumpliré mis deseos de volver a enamorarme, de tener mi familia y ser madre. Seguiré cumpliendo años y los sueños se irán desvaneciendo. Y yo no me merezco eso. 

Sé que tengo que ser como me ven desde fuera. Tengo que ser fuerte, segura, con metas y objetivos, independiente, y que esto me convertirá en alguien atractiva para quien merezca mi amor. Pero a día de hoy es todo lo contrario a como me siento. 

No hay que ser demasiado listo para saber que en el futuro cercano se avecinan cambios, y parece no demasiados agradables o fáciles todos ellos. Quizá sea lo que tiene que pasar. Quizá fuera lo que tenía que haber pasado ya hace tiempo. Se avecinan cambios, porque toda crisis o recaída tiene que llevar unos cambios asociados. Si no fuera así, me quedaría bloqueada y estancada en una situación indesable. Tengo que conseguir ser yo quien tome decisiones, y no actuar siempre en respuesta a las decisiones de otros.

De primeras voy a intentar llegar a mi 34 cumpleaños con un examen de conciencia bien hecho, un listado de todo lo que quiero y decidir qué está en mi mano comenzar desde ya a cambiar. Seguiremos informando.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Resiliencia

Hace algo más de año y medio no tenía ni la menor idea de lo que era la palabra resiliencia. Hoy forma parte de mi vida, al igual que la meditación, el reiki, o la independencia. 

La resiliencia no es más que la capacidad del individuo para sobreponerse a situaciones adversas y al dolor emocional. Vamos, lo que toda la vida ha sido levantarse con más fuerza cuando te caes al suelo. Pero eso no significa que no se sientan las cosas o volverte de piedra. 

Resiliente sí, pero también soy una persona sentimental. A veces lloro, y me enfado, y siento que ningún esfuerzo merece la pena. Porque me duelen las cosas, los gestos, las palabras cuando salen de una persona que quiero. Y luego llegan las bromas macabras de la vida. Situaciones que te han llevado a ser resiliente, que te gustaría no volver a vivir, pero que se repiten de manera casi calcada. 

Así que es ahora cuando me toca demostrarme a mi misma que soy más fuerte, que soy capaz de tomar decisiones sin importar el dolor que (me) cause, que mi felicidad y mi objetivo son más importante que cualquier cosa. E incluso que si no consigo mi objetivo, no debo venirme abajo ni lamentarme por ello. Porque a eso me ha enseñado tener resiliencia, a sacar lo positivo de lo más bueno y también de lo más triste. Pero repito: eso no significa que sea de piedra, y que sienta que necesito llorar para desahogarme un ratito. En la intimidad, en mi soledad. 

Tengo a mi lado el mejor ejemplo de resiliencia que nadie pueda conocer. Y en él me miro y me miraré toda la vida, para sacar una sonrisa después de cada lágrima.