viernes, 13 de diciembre de 2013

Queridos Reyes Magos...

Se acerca el final de año. La época en que los mayores hacemos repaso de lo que hemos conseguido de los objetivos que teníamos para este año, y hacemos listas de los que pretendemos hacer el año que viene.

Y mientras tanto, los más pequeños hacen sus listas de los regalos que desean que el señor gordo de rojo o los Magos de Oriente les dejen bajo el árbol de Navidad.

Este año no sé si tengo ganas de ser mayor o pequeña. He pedido por favor no abrir ni un solo regalo esta Navidad, ya que tengo la sensación de que nada material puede satisfacerme ahora mismo y sería desagradecido para quien hace el mayor de los ejercicios de generosidad, pensar en algo que te pueda gustar y emocionar y hacerlo pensando solo en ti. Por lo tanto, la ilusión material de los pequeños está claro que no la tengo.

Tampoco tengo ganas de repasar el 2013 y ver qué objetivos he cumplido y cuáles no. Es más que evidente que no ha sido el mejor año de mi vida, y si ya nos centramos en los últimos meses, entre la despedida de un ser querido y la traición y deslealtad mostrada por otro, se han venido abajo la mayoría de las ilusiones y sueños que tenía puestos para el futuro. Así que, ya haré repaso de este 2013 en otro momento.

Y para el 2014, ¿qué?. Nunca un dicho se hizo tan real, como el de "año nuevo, vida nueva". Sin trabajo y viviendo sola ya es suficiente reto sobrevivir cada día como para encima ponerse nuevos objetivos.

Así que me paso estos últimos días del año cerrando cajas llenas de recuerdos en vez de abriendo cajas de regalo. Cajas que se quedarán en un trastero hasta que el olvido las haga desaparecer. Y para entonces, seguramente los Magos de Oriente hayan pasado más de una vez por mi casa dejando el árbol lleno de cajas de ilusión.



viernes, 29 de noviembre de 2013

Para Aníbal, Ventura y África

Pues ya llegó la Navidad a Sevilla... creo que antes incluso que a El Corte Inglés. Pues nada. 

Y mientras la gente se acerca al centro a comprar y comprar regalos para dentro de mes y medio y toda la ciudad se llena de villancicos, belenes, paz, alegría y amor... yo entro en mi piso, por primera vez solo con mis cosas. 


Se acabó el compartir vida. Impacta llegar y ver como el imán que compramos en la exposición de Hopper sigue en la nevera, mientras ha desaparecido el catálogo que compramos en el mismo Museo meses antes... cómo regalos han sido olvidados en su lugar, pero insignificantes velas sí se han repartido... cómo las copas de vino son para mí, pero las de balón son para ti... repartos, repartos y más repartos. Y esa sensación de desasosiego, de cómo se reparte el amor, me ha hecho recordar la carta que ganó el III concurso de cartas de amor Antonio Villalba. 

Será que hoy estoy especialmente sensible, será que echo de menos todo lo perdido, pero al leerla una vez más, estoy de acuerdo en que ha sabido representar perfectamente la esencia de lo que son los Bienes Comunes, que es como se llama la carta. 


"Estimada Cristina: 

Ayer recibí una misiva de tu abogado donde me invitaba a enumerar los bienes comunes, con el fin de comenzar el proceso de disolución de nuestro vínculo matrimonial. A continuación te remito dicha lista, para que puedas solicitar la certificación al Notario y tener listos todos los escritos antes de la comparecencia ante el tribunal. 

Como verás, he dividido la lista en dos partes. Básicamente, un apartado con las cosas de nuestros cinco años de matrimonio con las que me gustaría quedarme y otra con las que te puedes quedar tú. Para cualquier duda o comentario, ya sabes que puedes llamarme al teléfono de la oficina (de ocho a cuatro) o al móvil (hasta las once) y estaré encantado de repasar la lista contigo. 



COSAS QUE DESEO CONSERVAR: - La carne de gallina que salpicó mis antebrazos cuando te vi por primera vez en la oficina. - El leve rastro de perfume que quedó flotando en el ascensor una mañana, cuando te bajaste en la segunda planta, y yo aún no me atrevía a dirigirte la palabra. - El movimiento de cabeza con el que aceptaste mi invitación a cenar. - La mancha de rímel que dejaste en mi almohada la noche que por fin dormimos juntos. - La promesa de que yo sería el único que besaría la constelación de pecas de tu pecho. - El mordisco que dejé en tu hombro y tuviste que disimular con maquillaje porque tu vestido de novia tenía un escote de palabra de honor. - Las gotas de lluvia que se enredaron en tu pelo durante nuestra luna de miel en Londres. - Todas las horas que pasamos mirándonos, besándonos, hablando y tocándonos. (También las horas que pasé simplemente soñando o pensando en ti). 


COSAS QUE PUEDES CONSERVAR TÚ: - Los silencios. - Aquellos besos tibios y emponzoñados, cuyo ingrediente principal era la rutina. - El sabor acre de los insultos y reproches. - La sensación de angustia al estirar la mano por la noche para descubrir que tu lado de la cama estaba vacío. - Las náuseas que trepaban por mi garganta cada vez que notaba un olor extraño en tu ropa.- El cosquilleo de mi sangre pudriéndose cada vez que te encerrabas en el baño a hablar por teléfono con él. - Las lágrimas que me tragué cuando descubrí aquel arañazo ajeno en tu ingle. - Jorge y Cecilia... Los nombres que nos gustaban para los hijos que nunca llegamos a tener.


Con respecto al resto de objetos que hemos adquirido y compartido durante nuestro matrimonio (el coche, la casa, etc) solo comunicarte que puedes quedártelos todos. Al fin y al cabo sólo son eso:... objetos. Por último, recordarte el n de teléfono de mi abogado para que tu letrado pueda contactar con él y ambos se ocupen de presentar el escrito de divorcio para ratificar nuestro convencimiento. 

Afectuosamente, Roberto."