lunes, 14 de septiembre de 2015

Supersubmarineando

Dicen que uno sabe que está enamorado cuando entiende las canciones. Es posible, pero cuando descubres que entiendes las canciones de amor, de desamor, de amistad, de tristeza, de alegría, de subidón, de esperanza, de desesperanza... pues debe ser que han pasado por todos esos estados y en cada una te viene a la cabeza un momento en concreto. 


Lo raro es cuando todas las canciones te recuerdan a tu momento actual. Eso solo puede significar que en ese momento tu vida es un auténtico caos de sentimientos y experiencias. Y así debe ser la mía... una montaña rusa emocional que lo mismo me lleva a pasar en un mismo fin de semana de la satisfacción a la felicidad, pasando por el amor, la incomprensión, la tristeza, el enfado, el desasosiego, la tranquilidad, la madurez... y así infinitos cambios. 
Y para todo está la música de Supersubmarina, mi nuevo grupo superfavorito, que cualquier canción que escuche de ellos me traslada a un sentimiento reconocido y vivido por mi. 
Sentimientos que se han unido en este verano en que he pasado la peor ola de calor en el piso, que apenas he pisado la arena y sal de la que me rodeé el año anterior, y donde las ventanas tenían que estar cerradas herméticamente para que no me abrasara. El verano de las dudas infinitas, el de las noches en tu casa porque eres mi mejor samurai (y también por tu aire acondicionado que echaba de menos para dormir cuando no estés). 
Un verano donde la niebla ha dejado paso a las hogueras (que por cierto me negué a saltar en San Juan), donde la magia electroviral a veces se confunde con la furia, donde la hora de dormir dejó de ser la cientocero para volver a de doce a doce y cuarto.
Un verano que parece que va acabando poco a poco, y nos tenemos que poner ya en modo canción de Guerra. Aún fresco el recuerdo en tecnicolor, de los días de playa volando cometas con el viento de cara (y aguantando atardeceres hasta que sangren sol las nubes), un cumpleaños en el que el centro de atención fue un tan deseado brunch dominical (deseando volver a tener esos sabores en mis venas), un descanso merecido que me recupera de esta extrema debilidad que me acompaña antes de volver a mi inestable profesión.  
Aún no ha terminado, y ya tengo la mente puesta en lo que viene en los próximos meses, quizá para tener algo que sirva como luz en este verano de sentimientos encontrados donde he reconocido no haber avanzado tanto como habría querido, haberme convertido en mi enemigo yo, haber olvidado todos los consejos que Ana me enseñó.
Abro la agenda con el espíritu eléctrico que te da un lunes por la mañana, y comienzo a rellenar días. Reuniones, tareas por realizar aquí y LN Granada, que espero que finalicen el año con un gran logro conseguido. Algo que llevo teniendo en la cabeza desde que empezó el siglo "XXI" sin ser muy exagerada. 
Ay, que otoño-invierno espera. Yo cruzo los dedos para que más o menos para cuando llegue la época de la SantaCruz, las saetas y todo el baile de los muertos... esto esté encaminado. Tendremos una excusa más para viajar entonces y así sumar otro viajecito centroeuropeo. 
Estabilidad es lo único que quiero. Y mientras tanto, escucharé mil veces las canciones que me recuerdan que tengo (todos) los sentimientos a flor de piel, vivitos y coleando. 
Esperando el mañana...













lunes, 17 de agosto de 2015

Recaídas

Termino el domingo dándole demasiado al coco. Alguien este fin de semana me ha dicho "yo te veo una mujer fuerte, segura de ti misma, que puedes tener lo que quieras y a quien quieras a tu lado". Es alguien que conozco desde hace tiempo, pero que no me conoce demasiado, que solo me ha visto en algunas ocasiones aunque hayamos conectado mucho. Pude tener la oportunidad de contarle un poco mi situación actual y cómo estos últimos dos años han sido una montaña rusa emocional, cómo recuperar la capacidad de sentir se está convirtiendo en todo un desafío. Y me encontré con la sorpresa de que genero una imagen totalmente alejada de la realidad en la que vivo. 

Me encantaría verme a mi a través de sus ojos porque yo no encuentro el camino para poder verme así. Y lo peor es que si de cara al exterior aparento esa "fortaleza", más dura es aún la caída cuando llego a casa y me rompo. 

Reconozco que he recaído en mi recuperación. Los meses pasan, la estabilidad no llega y todos los frentes siguen abiertos, tanto a nivel laboral como personal. 

La búsqueda infructuosa de un empleo estable, la precariedad económica y el sentirme desaprovechada profesionalmente cuando sé de sobra que valgo para trabajar en gestión cultural, está generando un poso de desánimo en mí que me mina desde dentro. Busco más y más formación para poder acceder a un mercado laboral que lo que solicita es experiencia... y la mía parece ser que no vale. Remar y remar para no encontrar puerto alguno en la travesía.

A nivel personal se unen multitud de cosas. Tampoco soy capaz de encontrar una estabilidad emocional. Lo único que sé a ciencia cierta es que he conseguido recuperarme del dolor del desamor, pese a las noticias inesperadas y que no todos lo crean. Y hasta he vuelto a querer. Pero cuando el recuerdo, el miedo y la inseguridad te martillean permanentemente en la cabeza, los momentos buenos no consiguen abrirse camino con facilidad. He tenido muchos momentos buenos últimamente... pero no consigo que éstos se fijen, ni mucho menos que vislumbren que sea algo que permanezca en el futuro, ni siquiera soy capaz de inspirar amor en nadie (y ya decía Benedetti que "para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener la conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor"). A veces lo más fácil es quedarse con la parte buena de las cosas, con la comodidad, con aquello que es capaz de sacarte una sonrisa... y apartar las complicaciones, evitar el enfrentamiento de cara con los problemas y aplazar conversaciones y la toma de decisiones. Un conformismo que nunca ha ido conmigo y en el que cada vez me siento peligrosamente más cómoda.

Pero esa actitud irremediablemente me lleva al fracaso. Porque así nunca cumpliré mis deseos de volver a enamorarme, de tener mi familia y ser madre. Seguiré cumpliendo años y los sueños se irán desvaneciendo. Y yo no me merezco eso. 

Sé que tengo que ser como me ven desde fuera. Tengo que ser fuerte, segura, con metas y objetivos, independiente, y que esto me convertirá en alguien atractiva para quien merezca mi amor. Pero a día de hoy es todo lo contrario a como me siento. 

No hay que ser demasiado listo para saber que en el futuro cercano se avecinan cambios, y parece no demasiados agradables o fáciles todos ellos. Quizá sea lo que tiene que pasar. Quizá fuera lo que tenía que haber pasado ya hace tiempo. Se avecinan cambios, porque toda crisis o recaída tiene que llevar unos cambios asociados. Si no fuera así, me quedaría bloqueada y estancada en una situación indesable. Tengo que conseguir ser yo quien tome decisiones, y no actuar siempre en respuesta a las decisiones de otros.

De primeras voy a intentar llegar a mi 34 cumpleaños con un examen de conciencia bien hecho, un listado de todo lo que quiero y decidir qué está en mi mano comenzar desde ya a cambiar. Seguiremos informando.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Resiliencia

Hace algo más de año y medio no tenía ni la menor idea de lo que era la palabra resiliencia. Hoy forma parte de mi vida, al igual que la meditación, el reiki, o la independencia. 

La resiliencia no es más que la capacidad del individuo para sobreponerse a situaciones adversas y al dolor emocional. Vamos, lo que toda la vida ha sido levantarse con más fuerza cuando te caes al suelo. Pero eso no significa que no se sientan las cosas o volverte de piedra. 

Resiliente sí, pero también soy una persona sentimental. A veces lloro, y me enfado, y siento que ningún esfuerzo merece la pena. Porque me duelen las cosas, los gestos, las palabras cuando salen de una persona que quiero. Y luego llegan las bromas macabras de la vida. Situaciones que te han llevado a ser resiliente, que te gustaría no volver a vivir, pero que se repiten de manera casi calcada. 

Así que es ahora cuando me toca demostrarme a mi misma que soy más fuerte, que soy capaz de tomar decisiones sin importar el dolor que (me) cause, que mi felicidad y mi objetivo son más importante que cualquier cosa. E incluso que si no consigo mi objetivo, no debo venirme abajo ni lamentarme por ello. Porque a eso me ha enseñado tener resiliencia, a sacar lo positivo de lo más bueno y también de lo más triste. Pero repito: eso no significa que sea de piedra, y que sienta que necesito llorar para desahogarme un ratito. En la intimidad, en mi soledad. 

Tengo a mi lado el mejor ejemplo de resiliencia que nadie pueda conocer. Y en él me miro y me miraré toda la vida, para sacar una sonrisa después de cada lágrima. 





martes, 17 de febrero de 2015

¡A brindar por el aguante!

Quedan 20 semanas para el día D. Que otra vez no sabría decir si es poco o mucho tiempo. Lo que está claro es que es un tiempo que tengo que aprovechar al máximo si quiero que dentro de unos meses tenga otro día D. Es lo que tiene un examen de este tipo, que me juego mucho. Tranquilidad, estabilidad o incluso seguir cerrando capítulos y dando portazos a problemas. 

Y en esas 20 semanas todavía tengo que terminar de hacer el trabajo que tengo actualmente en la Universidad, que pasen la Feria y la Semana Santa... y que llegue uno de los fines de semana más esperados de los últimos tiempos. Dos días de música con muchos de mis grupos favoritos, donde las ganas de saltar, bailar y darlo todo casi al final de este periodo de estudio intensivo compensarán todos los esfuerzos (incluso la decepción si no me dejan escaparme aunque sea 5 minutos a ver a mis vecinos el día de su boda). 

20 semanas que se caracterizarán por altibajos en el ánimo y por periodos de angustia y desesperación. Y entonces, y con la vista puesta en su concierto, Residente y Visitante "Calle 13" iluminarán mi camino con mi banda sonora favorita "El Aguante!". Que ganitas de verlos en directo y bien cerquita!!!

Por lo que aguanto, por lo que he aguantado hasta aquí, y por lo que me queda por aguantar. También si las cosas van mal, por que si no es en esta ocasión, será en la próxima... pero será.




Nacimos para aguantar lo que el cuerpo sostiene 
aguantamos lo que vino y aguantamos lo que viene
Aguantamos aunque tengamos los segundos contados, 
nuestro cuerpo aguanta hasta quince minutos ahorcado. 
Aguantamos latigazos, que nos corten los dos brazos, 
fracturas en cualquier hueso, tres semanas con un yeso. 

Aguantamos todo el tiempo las ganas de ir al baño 
pa' ver el Cometa Halley hay que aguantar setenta años. 
Aguantamos la escuela, la facultad, el instituto; 
a la hora de cenar, nos aguantamos los eructos. 
El pueblo de Burundi sigue aguantando la hambruna, 
aguantamos tres días para llegar a la Luna 

aguantamos el frío del Ártico, el calor del Trópico 
aguantamos con anticuerpos los virus microscópicos 
aguantamos las tormentas, los huracanes, el mal clima 
aguantamos Nagasaky, aguantamos Hiroshima... 
aunque no queramos, aguantamos nuevas leyes 
aguantamos hoy por hoy que todavía existan reyes 
castigamos al humilde y aguantamos al cruel 
aguantamos ser esclavos por nuestro color de piel 
aguantamos el capitalismo, el comunismo, el socialismo, el feudalismo 
aguantamos hasta el pendejismo 
aguantamos al culpable cuando se hace el inocente 
aguantamos cada año a nuestro puto presidente 

por lo que fue y por lo que pudo ser 
por lo que hay, por lo que puede faltar 
por lo que venga y por este instante 
a brindar por el aguante! 

por lo que fue y por lo que pudo ser 
por lo que hay, por lo que puede faltar 
por lo que venga y por este instante 
levanta el vaso y a brindar por el aguante! 
¡A brindar por el aguante! 

Aguantamos cualquier tipo de dolor aunque nos duela 
aguantamos Pinochet, aguantamos a Videla, 
a Franco, Mao, Ríos Montt, Mugabe, 
Hitler, Idi Amin, Stalin, Bush, Truman, Ariel Sharón y Hussein 
aguantamos más de veinte campos de concentración 
cuando nadas bajo el agua, aguantas la respiración; 
pa' construir una pared, aguantamos los ladrillos 
el que no fuma se aguanta el olor a cigarrillo. 
Aguantamos que Monsanto infecte nuestra comida 
aguantamos el agente naranja y los pesticidas 

Cuando navegamos aguantamos el mareo 
aguantamos el salario mínimo y el desempleo 
aguantamos las Malvinas y la invasión británica en la ciudad de Pompeya 
aguantamos lava volcánica y dentro de la lógica 
de nuestra humanidad, nos creemos la mentira de que nadie aguanta la verdad 

por lo que fue y por lo que pudo ser 
por lo que hay, por lo que puede faltar 
por lo que venga y por este instante 
levanta el vaso y a brindar por el aguante! 
¡A brindar por el aguante! 

Aguantamos al ateo, al mormón, al cristiano, al budista, al judío, 
aguantamos al pagano,
aguantamos el que vende balas y el que la dispara 
aguantamos la muerte de Lennon, la de Víctor Jara 
aguantamos muchas guerras, la de Vietnam, la Guerra Fría 
la Guerra de los Cien Años, la Guerra de los Seis Días 

¡que aguanten la revancha, venimos al desquite 
hoy nuestro hígado aguanta lo que la barra invite! 

por lo que fue y por lo que pudo ser 
por lo que hay, por lo que puede faltar 
por lo que venga y por este instante 
a brindar por el aguante! 

por lo que fue y por lo que pudo ser 
por lo que hay, por lo que puede faltar 
por lo que venga y por este instante 
levanta el vaso y a brindar por el aguante! 
¡A brindar por el aguante!

miércoles, 11 de febrero de 2015

Aprendiendo a caminar

En ocasiones para ver dónde estás o qué has conseguido solo hay que parar y calibrar todo lo que has avanzado desde la última vez que miraste el camino. No viene mucho a cuento ahora hurgar más atrás de lo indispensable, pero es necesario cuando eso te ayuda a valorar lo que se va consiguiendo. 

Ahora puedo decir que estoy aprendiendo a caminar. Hace mucho mucho tiempo se me rompieron las piernas. Pensaba que con esfuerzo y voluntad había terminado una rehabilitación correcta y caminaba por la vida segura de mis pasos. Pero me equivoqué. Nunca conseguí caminar por mí misma, solo aprendí a hacerlo subida a unas muletas. Y me di cuenta precisamente hace bien poquito, cuando me las quitaron bruscamente. Entonces comprendí que nunca fui independiente, que no caminaba a mi ritmo, sino al que me marcaban las muletas. Que ese objeto era mi salvación, pero también mi perdición. Y sin ellas no tenía muchas opciones, más allá de quedarme sentada en el suelo, quizá donde más abajo había estado en toda mi vida. 

Pero me convencieron que merecía la pena levantarse. Lo malo es que no sabía como hacerlo. Lo más fácil era volver a buscar otras muletas y continuar. Pero comprendí que entonces seguiría con las piernas rotas para siempre. Así que hizo falta que los médicos operaran mis piernas, meses de tratamiento y reposo. Parar. Y sanar. Y no fue para nada una decisión fácil. 

Por eso ahora me paro, miro hacia atrás y me doy cuenta que camino sola, sin necesidad de apoyarme en nada. Hago cosas impensables hace tan solo un año. Imposibles. Y las hago yo, a mi ritmo, venciendo mis miedos cuando los tengo. Pero sin pararme. 

Queda mucho camino por delante. Y es lógico saber que cuando me caiga (que fijo que me vuelvo a caer) tengo quien me ayude a levantar, porque ir en solitario en este camino no tiene mucho sentido. Es bueno ir acompañado, pero teniendo la seguridad de que tu pasos son solo tuyos.

Todo esto ha llegado hoy a mi cabeza mientras conducía de vuelta a casa, orgullosa de haber dado otro paso más, segura de mi camino y disfrutando de momentos como este. 






viernes, 16 de enero de 2015

Ofú

Pues como hoy no tengo ganas de explicar nada... pues que lo digan ellos que les sale mejor. 

Y así veis un ratito la cara de bueno de Ale... y yo sigo deshielandome.




No quiso entrar en calor nuestro amor bajo cero. 
No habrá un siempre para los dos al final de este invierno. 
No habrá nada que conservar, no habrá olvidos ni recuerdos, 
el río los arrastrará cuando llegue el deshielo. 
Y cómo decir que aún hay más, 
y cómo decirte que te quiero y ser sincero, 
y cómo decir que aún te quiero y ser sincero. 
Nos deshacemos bajo el sol como estatuas de hielo. 
No quiere entrar en calor nuestro amor bajo cero. 
No habrá nada que conservar, no habrá olvidos ni recuerdos 
miles de nosotros mismos, cuando llegue el deshielo. 
Y cómo decir que aún hay más, 
y cómo decirte que te quiero y ser sincero, 
y cómo decir que aún te quiero y ser sincero. 
y cómo decirte que te quiero y ser sincero, 
y cómo decir que aún te quiero y ser sincero, y ser sincero.